El ataque final

A medida que se acercaba el invierno otra tormenta amenazaba descargarse en el horizonte de la, hasta hacía un año atrás, tranquila capital del virreinato rioplatense. 
Los ingleses habían extendido su poder hasta Colonia (ocupada por el coronel Pack, fugado de Luján con Beresford con la complicidad de Saturnino Rodríguez Peña) y sus efectivos pasaban de diez mil hombres apoyados por una poderosa flota. 
El 10 de mayo había llegado al Plata el teniente general John Whítelocke enviado por Londres para hacerse cargo de la operación que debía conducir al dominio de la banda occidental del estuario por la Corona británica.
Las instrucciones del nuevo jefe, designado por el gabinete de Castlereagh, llegaban hasta permitir la instalación de un gobierno títere de criollos, pero no tenían por fin la independencia sino la incorporación de estas tierras al imperio británico.
El 28 de junio de 1807, al frente de casi 8000 hombres, con 16 cañones, Whitelocke desembarcó en la ensenada de Barragán e inició, bajo un clima hostil, la marcha hacía Buenos Aires. Despachó al frente un cuerpo de vanguardia de poco más de dos mil soldados, comandados por Levíuson Gower y siguió tras él con el grueso (3800 efectivos). Una fuerza de más de 1800 hombres formaba la retaguardia comandada por el coronel Mahon.