Captura de Buenos Aires

La elección del objetivo fue motivo de debate. Beresford se inclinaba por ocupar Montevideo.

Sin embargo noticias recogidas durante la navegación, por boca de un irlandés que viajaba en una nave española capturada, les hicieron conocer la existencia de caudales reales en Buenos Aires. Las defensas de esta ciudad pese a contar con cerca de 50.O00 habitantes eran casi nulas, comparadas con las fortificaciones de Montevideo. 
Popham notó también que Buenos Aires capital del Virreinato, era la pieza decisiva para el dominio de las rutas comerciales del interior. 
Buenos Aires y el marqués de Sobremonte. En diversas oportunidades naves inglesas habían rondado el estuario, en operaciones de sondeo o, simplemente, de contrabando. 
En noviembre de 1805 al tenerse conocimiento de la llegada a Río de Janeiro de la expedición de Baird, el virrey marqués de Sobremonte realizó algunos aprestos sobre la base de que el lugar atacado seria Montevideo. Cuando a principios de junio de 1806, el vigía de Maldonado avistó la presencia de naves enemigas, las pocas fuerzas regulares que había en la capital fueron despachadas a la Banda Oriental. 
Cuando, después de cruzar algunos tiros con el fuerte de Ensenada, comandado por Santiago de Liniers, los ingleses desembarcaron en Quilmes, sólo debieron enfrentar (26 de junio) a algunos centenares de milicianos pésimamente instruidos, dirigidos por Pedro de Arce, subinspector general de armas de la plaza de Buenos Aires. Dispersadas estas fuerzas por algunas descargas, Beresford dirigió su columna sobre la capital.

Sobremonte,  estimando inútil toda defensa y. al parecer, según órdenes superiores para un caso similar, tras disponer la marcha de los caudales al interior, se retiró en dirección a Córdoba. 
El 27, después de cruzar las calles de la anonadada ciudad, los invasores ocuparon el Fuerte, firmándose la capitulación el 2 de julio. Para los porteños la actitud de su virrey implicaba una cobarde fuga. 
Beresford rápidamente presionó a los vecinos con la amenaza de confiscar las embarcaciones de cabotaje surtas en la rada, y logró así que éstos mediaran ante el virrey para que se entregaran los caudales que aquél había intentado salvar. Capturados en Luján dichos tesoros fueron embarcados hacia Londres.